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‘Star Wars. Los Últimos Jedi’: perturbación en La Fuerza

Póster de Star Wars: los últimos Jedi destacada

Cartel de Star War: Los últimos Jedi

La malvada Primera Orden se ha vuelto más poderosa y tiene contra las cuerdas a la Resistencia, liderada por la General Leia Organa (Carrie Fisher). El piloto Poe Dameron (Oscar Isaac) encabeza una misión para intentar destruir un acorazado de la Primera Orden. Mientras tanto, la joven Rey (Daisy Ridley) tendrá que definir su futuro y su vocación, y el viejo jedi Luke Skywalker (Mark Hamill) revaluar el significado de su vida.

Después de ‘El Despertar de La Fuerza’, se hacía necesario un cambio en la saga galáctica más influyente del Séptimo Arte .

Abrams y su remake del episodio IV sentaron las bases de nuevas aventuras, donde el legado de Lucas se expandiera, incorporando en el camino los necesarios cambios en los que la fantasía y la ciencia-ficción refleja los avances (y retrocesos, y estancamientos) sociales contemporáneos.

‘Los Últimos Jedi’, debía ser un revulsivo revolucionario, que recogiera el testigo de la antigua generación en favor de los herederos del Imperio, asegurando una transición fluida para las nuevas generaciones.

Es de justicia reconocer la valentía de la octava entrega de la franquicia.

Durante 150 minutos, la cinta de Rian Johnson consigue, en parte, cumplir con sus objetivos, llevando la saga a prometedores territorios.

‘Los Últimos Jedi’ es un festín para las retinas, repleto de oscuridad y realismo. Su apabullante diseño de producción brilla en cada escena, y engrosa el ya majestuoso entramado que tantos y tantos grandes profesionales han avalado durante décadas con su genio.

En la narración, el director de ‘Looper’ pisa el acelerador, subiendo al espectador al carro de la acción a raudales desde el primer momento, pero cuidando la alternancia con lo realmente importante en cualquier película que se precie: el libreto, la historia y el desarrollo de los personajes que la dan vida.

Y es aquí donde, lamentablemente, la película es capaz de brillar de vez en cuando, pero también hundirnos en la miseria.

Entre los viejos conocidos, solo Mark Hamill merece consideración.

Este Luke Skywalker cínico, descreído y cansado atesora los mejores momentos de la cinta (pese a los diversos sinsentidos de sus acciones, en relación a hechos previos), contrastando con el pobre papel de Leia y los cada vez más accesorios y fan service Chewbacca, R2d2 y C3po, que entran en cada película aunque sea con calzador.

Entre los nuevos fichajes, solo la doble moral de Benicio del Toro aporta frescura, exponiendo las costuras ideológicas del opresor y el oprimido, y lo difusa que es la línea que separa el bien del mal.

El resto (Laura Dern, Kelly Marie Tran, los petardos Porgs y las vergonzosas Cuidadoras de la islita de Luke), no aportan nada más allá de alguna media sonrisa, o suspiros de vergonzante desaprobación.

La oscuridad y la luz, Rey y Kylo, evolucionan gracias al buen hacer de sus intérpretes y los controvertidos giros de guion que levantarán ampollas entre los fans más puristas y reactivos al cambio, por pequeño que sea. Aquellos que, como los Jedi, han hecho de La Fuerza su religión.

Finn, Poe Dameron, Bb8, el general Hux, Phasma y, en cabeza del despropósito, el líder supremo (e inútil) Snoke, están de adorno. Meros comparsas, recursos cómico/payaso que desperdician talento.

Otro de los grandes peros de la cinta es el excesivo apego hacia los guiños, homenajes y calcos (imposible no comparar escenarios, clichés y escenas concretas, ya vistas), que lastran los atisbos de revolución que se adivinan en el horizonte, pero no terminan de llegar.

Además, están muy reñidos con el discurso realista y desmitificador de la figura del profético y mágico Jedi, y los mismos cimientos de La Fuerza.

Para finalizar, pese a las genuinas intenciones de Johnson, ‘Los Últimos Jedi’ está tan llena de boquetes en su libreto que en ocasiones nos hace pensar que no hay nadie preocupado por el canon en Disney, aparte del reverente Jj Abrams.

Estos agujeros pervierten la esencia de elementos capitales de la saga, como La (ya citada) Fuerza, el clan Skywalker (y en concreto las ya mencionadas acciones de Luke) y el (ya presunto) origen de Rey (y su impresionante adquisición de virtudes sin apenas entrenamiento) que nos vendió Abrams en El Despertar, además de acentuar la condición de máxima estupidez del Imperio/Primera Orden, cuyo poder militar es inexplicable teniendo en cuenta las decisiones infantiles que toman una y otra vez, ejecutadas por el ejército más inepto de la Galaxia.

Con todo, la película intenta generar un cambio de paradigma que, esperemos, explote en el desenlace de la Trilogía, y supone un viaje divertido y vibrante.

Pero, señor Johnson y señor Abrams, si al final hay que romper con el pasado, mejor ser lo suficientemente valiente para hacerlo con todas las consecuencias.

Lo mejor: el retorno de Luke Skywalker.

Lo peor: los cráteres del guion son más grandes que la Estrella de la Muerte.

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