Julien (Guillaume Canet) viaja constantemente por trabajo y esta ausencia ha hecho que su matrimonio se resquebraje. Un día recibe un mensaje de su ex-mujer (Mélanie Laurent): Mathys, su hijo de 7 años, ha desaparecido. Un terrible sentimiento de culpa le invade, y decide encontrar a su hijo, cueste lo que cueste.
Guillaume Canet y Mélanie Laurent protagonizan esta dramática historia derrochando talento por doquier. Demuestran en el transcurso de la narración sus dotes interpretativas que, junto a una producción impecable, te sumerge de primera mano en el dolor y la desesperación que sufren por la desaparición de su hijo, con un ritmo trepidante e imparable.
La fotografía de los páramos nevados de Francia muestran una escenografía que permite a la par que maravillarte con los paisajes del lugar, adentrarte en la historia; viviendo intensamente el frío, la angustia, soledad y desolación que rodean esta minimalista y, al mismo tiempo, magnífica obra.
Con unas pequeñas pinceladas en los momentos precisos, te presenta la información necesaria para ponerte en antecedentes, y comprender la situación sentimental de la pareja, y sus posibles implicaciones en la desaparición de su hijo.
El ritmo de la narración y el enfoque de la cámara te permite vivir la experiencia de primera mano, poniéndote por entero en la piel del protagonista, dosificando la tensión. Te adentra en la búsqueda incansable de un padre a su hijo desaparecido, indagando en los límites de la moral y la ética, y sobre todo; del amor de un padre por su hijo.
Lo mejor: La sobresaliente interpretación de Guillaume Canet (Julien) y la cuidada producción te sumergen por entero en la historia.
Lo peor: El final te hace revolverte en el asiento y anhelar algo más.