Cuenta la apasionada historia de amor entre un hombre y una mujer que se encuentran en la ruinas de la Polonia de posguerra. A pesar de tener un pasado y una personalidad diferentes, el destino les ha condenado a estar juntos. La pareja, a la que separa la política, las debilidades de sus personajes divergentes y los desafortunados giros del destino, vivirá una historia de amor en tiempos imposibles.
En ocasiones merece la pena disfrutar de una historia distinta, sencilla y que pueda llenar tanto, por la variedad interpretativa de sus personajes, que se permita prescindir de cualquier encorsetamiento, y así desnudar la película para dejar su espíritu en lo básico. Perfilar momentos, sensaciones o vivencias de terceros que provocan en el ánimo del espectador ciertos aromas nostálgicos de algo tal vez nunca experimentado.
‘Cold War’ es una excelente muestra de ello. Construye una emblemática, y a la vez inusual y tormentosa, historia de amor entre sus dos protagonistas evitando dar demasiadas pinceladas al difícil entorno histórico en el que se les ha encasillado. Una relación anónima, necesaria e imprescindible para ambos personajes. Él, (Tomasz Kot), un músico que participa en la reconstrucción moral de un país desmembrado y que va recopilando canciones a golpe de grabadora y bailes como si de un gran casting nacional se tratara. Ella, (Joanna Kulig), una joven musa impetuosa que vive con la única desdicha de no poder amar a su manera, teniendo la adversidad de poseer todo a su alcance,.atormentada con no poder vivir la vida que desea.
Desde su comienzo, ‘Cold War’’ contiene canciones y bailes milimétricamente rodados, con un magnífico nivel de detalle, y a pesar de ello no podría catalogarse como una película musical, ni mucho menos.
Su director, Pawel Pawlikowski (‘Ida’, ‘La mujer del quinto’), se responsabiliza además de la historia, el guión y sobre todo de su impresionante fotografía. Imágenes rodadas, una vez más, en un precioso blanco y negro, con excelentes composiciones visuales, dejando mucho aire en un peculiar formato sobre. Sabe describir con precisión la sociedad posbélica de los años 50 tanto en los entornos del socialismo polaco como en la Alemania del Este, o del capitalismo imperialista de Francia en representación del mundo occidental. Y en medio de esa gran guerra fría, una niña presagia con la letra de una canción “lloráis porque no podéis estar juntos” en una audición inicial, tal vez refiriéndose a la pareja de protagonistas como a los diferentes bloques de la contienda mundial.
Otro de los grandes puntos de apoyo con los que Pawlikowski retrata esta excelente historia se basa en presentar la tradición folclórica de su país, Polonia, como un legado para superar la desolación. Y la eleva a lo más alto, con unas delicadas escenografías frente al auditorio nacional, levantando una escuela de talentos para ensalzar la moral arrebatada en la guerra. Esa cultura popular, de bailes y música, nacida en los campos tiene suficiente grandeza como para asombrar con adaptaciones al mundo occidental, concretamente en el terreno jazz.
‘Cold War’ viene a ser una excelente historia de amor en mundos imperfectos que eclipsa todo cuando se juntan sus dos astros. Interminables encuentros y desencuentros, de almas libres que buscan sobrevivir al amor de sus vidas y que intentan reconstruirse en medio de las ruinas.
Lo mejor: sus magníficas interpretaciones, su perfección visual, la ambientación de la época y su música.
Lo peor: que se pierdan otras lecturas sociales implícitas en la misma narrativa de la obra, o en la misma psicología de los personajes.