1921: España vive un momento agitado y caótico, con enfrentamientos entre gánsteres y anarquistas. En este ambiente tenso, el policía Aníbal Uriarte es enviado a Barcelona para esclarecer un importante robo de armas a un tren militar, y evitar que toda la ciudad se convierta en un polvorín. Aníbal tendrá que lidiar con sus compañeros corruptos, con mafiosos locales y con sus propios sentimientos al conocer a Sara, una joven luchadora y temperamental cuyo encuentro tendrá consecuencias inesperadas para ambos. Sus investigaciones le llevarán a descubrir que el robo forma parte de un oscuro plan que podría cambiar el rumbo del país.
En ocasiones, mirar al pasado puede ofrecernos suficientes referencias sobre el momento actual, aunque siempre dependerá del prisma y de los ojos que lo observan. Trasladarnos un siglo atrás y encontrarnos con una Barcelona con las ya emblemáticas torres de la Sagrada Familia en el mismo año en que se puso la primera piedra de la nave del templo, también significa describir la magnífica ciudad que mira a una modernidad convulsa. Tal vez sería más apropiado adjetivar de “ingenuos” a los denominados “felices años 20”. La sociedad comienza a alzarse contra los salarios desiguales de las trabajadoras y las abusivas jornadas laborales del proletariado. Las semillas del anarquismo plantadas años antes, los acontecimientos de la Semana Trágica y el envío de obreros como refuerzos a la guerra con Marruecos tras la pérdida de las últimas colonias comienzan a dar sus frutos.
En medio de todo este movido escenario, el gallego Dani de la Torre (‘El desconocido’), pretende contar diferentes historias referentes a policías corruptos, al movimiento obrero femenino en busca de la igualdad, al inicio de la revolución anarquista, y a la encarnizada lucha de los nuevos ricos a cualquier precio por no ver sus privilegios mermados. Eso sí, aderezando todo con aromas de historia romántica, de celos y de balas que sitúan a la ‘La sombra de la ley’ como una mezcolanza a la española entre el ‘Cotton Club’ y ‘Los intocables de Eliot Ness’.
A lo largo de su extendido metraje, Dani de la Torre nos obsequia con excelentes escenas, magníficos planos (incluyendo algún falso plano-secuencia bien logrado), y muy buenas ambientaciones de época. Pero al mismo tiempo abusa de drones para los picados, intenta que confundamos Barcelona con Galicia (gran parte de la producción y de los exteriores son gallegos, como el director) , o permite el desajuste vocal en el lucido número del music-hall, y enmaraña demasiado un argumento de por sí bastante denso.
‘La sombra de la ley’ cuenta con un consagrado elenco de geniales actores. Luis Tosar, Michelle Jenner, Ernesto Alterio, o Paco Tous entre muchos otros, que forman diferentes grupos de acción. Por un lado policías violentos que investigan el robo de un cargamento de armas. Jóvenes trabajadoras que buscan la igualdad laboral. Sindicalistas y anarquistas que con sus huelgas pretenden poner en jaque a los acaudalados patronos. Nuevos ricos que no permiten que se toque su estatus y que hacen cuanto sea necesario por llevarse por delante a quien si quiera se lo plantee. Gánsteres que vigilan sus negocios tras las trastiendas del cabaré y negocian oportunidades en las mesas de una simulada ley seca. Algún amor platónico y algún personaje con pasado misterioso.
Con todos estos elementos, agitados -que no mareados- en un mismo cóctel, podría dar lugar a un excelente serial televisivo. Pero el hecho de condensarlos en una sola película es lo que puede desorientar al espectador.
‘La sombra de la ley’ es una de las grandes producciones de nuestro país para este año. Posee un vestuario de época impecable y sus efectos especiales, para trasladarnos un siglo atrás, no desmerecen en absoluto. En la banda sonora de Manuel Riveiro y Xavi Font, se incluye también un tema interpretado por Ainhoa Arteta, que recuerda míticas melodías como las compuestas por Morricone para ‘Érase una vez en América’.
Dani de la Torre consigue recrear con ‘La sombra de la ley’ aromas y momentos que nos trasladan a las ya clásicas películas de gánsteres. Eso sí, en un ámbito más local.
Lo mejor: su cuidada escenografía y la envergadura del proyecto.
Lo peor: que tantos personajes y sus tramas argumentales dan más para un serial.