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‘El irlandés’, memorias de un pintor de casas

Saga épica sobre el crimen organizado en Estados Unidos durante la época de la post-guerra, vista a través de los ojos del veterano de la Segunda Guerra Mundial, Frank Sheeran, un buscavidas y asesino a sueldo que trabajó junto a algunas de las figuras más notables del siglo XX. A través de varias décadas, la película relata uno de los grandes misterios sin resolver de la historia americana, la desaparición del legendario líder del sindicato, Jimmy Hoffa, y ofrece un viaje a través de los entresijos del crimen organizado: su funcionamiento interno, rivalidades y conexiones con las principales corrientes políticas.

En algunas y raras ocasiones brilla con absoluta intensidad la magia del cine. Sabes que estás viendo una gran película durante la proyección y la tienes y mantienes ahí, en todo lo alto. Pero al salir de la sala eres todavía más consciente de que acabas de añadir ese mismo título a tu particular listado de las mejores películas de todos los tiempos. Y este hecho produce cierta felicidad, sobre todo para quienes amamos con pasión el séptimo arte.

‘El irlandés’ es una impresionante obra maestra destinada a estar desde ya en el olimpo cinematográfico de ‘Érase una vez en América’, y la saga de ‘El Padrino’. Una magistral lección de cine.

Martin Scorsese vuelve a hacer cine grande para la pequeña pantalla. Así, sin escrúpulos, al igual que su protagonista. Y ha hecho la película que ha querido, en plan magistral, algo que se nota en cada uno de sus fotogramas durante las tres horas y media de duración. Sobre la novela de Charles Brandt “I heard you paint houses”, Steven Zaillian (‘Despertares’, ‘La lista de Schindler’, ‘Gangs of New York’), ha creado un impresionante guion a la medida del maestro, quien tira de su pericia de cineasta hasta en la vertiente más mafiosa de ‘Infiltrados’, ‘Casino’, o ‘Uno de los nuestros’. 

A estas alturas poco se puede decir de su trío de ases. Cuando parecía que Robert De Niro ya había exprimido todo su talento, vuelve a resurgir describiendo en primera persona, cual forajido en una residencia de ancianos, una época poderosa para los reyes de la mafia sindical en Estados Unidos. Es Frank Sheeran, único testigo y narrador que va saltando en el tiempo para describir su vida. Retazos de la familia, la religiosidad, la protección y la lealtad entendidas como la obediencia ciega del soldado que cumple las órdenes en el ejército y en la guerra. De Niro junto al director ejercen, entre otros muchos, como productores de este proyecto monumental.

Al Pacino, trabaja por vez primera a las órdenes de Scorsese aunque sus caminos se hayan entrecruzado a lo largo de la vida. Encarna al mismo Jimmy Hoffa, sindicalista del gremio de camioneros que utilizó su inmenso poder para controlar hasta a los más altos políticos del país. Está impresionante.

Y qué decir de Joe Pesci… se sale de sí y alcanza el mismo cielo interpretativo en el papel de Russell Bufalino, uno de los más grandes personajes de la mafia americana contemporánea. Impecable y admirable tridente de viejas glorias que siempre quisimos ver tal y como las presenta para la ocasión Martin Scorsese. Armas, coches clásicos, buena música, excelente puesta en escena y esos diálogos cargados con perlas de humor negro.

‘El irlandés’ es además una road movie de sobrecogedores (entiéndase de quienes recolectan sobres repletos de pasta), anécdotas y trapicheos a gran escala. Cuenta con un fabuloso maquillaje digital para el paso del tiempo (curiosamente el mismo que utilizan esas recurrentes películas de superhéroes), y una apropiada banda sonora a cargo de Robbie Robertson y su recopilación de temas de la época. Tiene el particular sello que solo Scorsese sabe imprimir a su manera de contar las historias, presentando a los personajes con una pausa introductoria sobre el discurso narrativo.

Es impecable. Una joya del séptimo arte. Una crónica de unas cuantas muertes anunciadas de la reciente mafia americana, y una confesión por el no arrepentimiento de un “agua pasada”.

Lo mejor: esa sensación de degustar una obra maestra con los cinco sentidos mientras la estás saboreando. Y el momento de las disculpas.

Lo peor: que el circuito cinematográfico quede relegado a tan poco tiempo antes de su disposición en la plataforma televisiva, pero se trata de una política comercial. Bueno, y el cante de esas lentillas azules, no diré más.

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