La historia sigue a un extraño joven alemán criado por una madre soltera, y cuyo único aliado es su amigo imaginario Hitler. Su ingenuo patriotismo se pone a prueba cuando conoce a una joven que cambia su visión del mundo y lo obliga a enfrentarse a sus mayores temores.
El nacionalsocialismo, como cualquier otra forma de fascismo, solo puede defenderse desde tres puntos de vista: el de aquellos que apenas conocen el mundo en el que viven por su corta edad, como los niños; el de aquellos de viven de pregonarlo a los cuatro vientos, engrosando sus arcas, movidos por meros intereses personales… y el de los idiotas mayúsculos incapaces de aprender nada de la triste historia de nuestro loco planeta, que forman parte, generalmente, de una masa aborregada incapaz de mirar más allá de eslóganes y mandamientos del jefecito o jefecita de turno.
‘Jojo Rabbit’ satiriza con inteligencia, sentido del humor y una moraleja clarísima, los desmanes del Nazismo, tan imaginario en sus fundamentos de superioridad como ese esperpéntico, cobarde, delirante e infantil (y tan parecido al maldito Tercer Reich) Hitler imaginario al que Taika Waititi da vida.
La película no da puntada sin hilo, y el co-director de ‘Lo que hacemos en las sombras’ se las arregla para bordear la fina línea que separa el humor inteligente del absurdo; el aleccionador de la estupidez escatológica (más cerca de los Monty Python que de, casi siempre, Sacha Baron Cohen).
En un tema tan escabroso como éste, que ha protagonizado una de las páginas más negras de la historia de la humanidad, Waititi despierta su ingenio a través de los ojos del joven Jojo, un chaval desubicado que no sabe nada de nada, en un País de locos regido por una ideología zumbada.
Además de lidiar con los temas propios de la Infancia, Jojo descubrirá poco a poco que su héroe, Hitler, tiene los pies de barro, y la superioridad de la Raza Aria no es más que un panfleto armado por un loco y sus infectos palmeros.
El amor, la amistad, la pérdida, el dolor… las lecciones de la vida bastarán para que el chaval descubra por sí mismo la extrema vacuidad de los ideales en los que creía… que creía.
‘Jojo Rabbit’ es una película de obligado visionado, como cualquiera que exponga (y todas las veces nunca serán suficientes) a las viejas y nuevas generaciones el boquete histórico, moral y humano que supuso el Nazismo, la Segunda Guerra Mundial y, por extensión, cualquier movimiento que avasalle la vida y libertades de los seres humanos bajo falsos (siempre falsos) preceptos de superioridad.
Lo mejor: Jojo, su amigo Yorki, el desquiciado Hitler imaginario, un reparto redondo y, cómo no, el demoledor y siempre vigente mensaje contra el nazismo, aledaños y semejantes.
Lo peor: en pleno siglo XXI, algunos desnortados, otros idiotas y muchos interesados, se siguen creyendo el peligroso cuento.