Ambientada en un mundo de fantasía suburbana, cuenta la historia de dos hermanos elfos adolescentes que se embarcan en una aventura extraordinaria para descubrir si queda algo de magia en el mundo.
Los recuerdos vienen siendo uno de los tesoros más preciados que vamos guardando de la experiencia de vivir. Los hay fabulosos, alegres, divertidos, tristes, emotivos… para todos los gustos y colores. Pero si pensamos en los recuerdos de una persona cercana que ya no está entre nosotros a causa de alguna enfermedad o de la misma edad, es posible que nos quede ese poso amargo de una imagen de ella en los momentos finales de un frío hospital. El tiempo y la vida misma parecen llevarse ese castillo de arena esculpido grano a grano tras la ventisca, hasta dejar una masa deforme, que es en esencia un sentimiento puro hacia aquel ser con quien compartimos muchos bellos momentos. La premisa de continuar adelante se abre paso en cada uno de nuestros genes.
‘Onward’ es eso, un ‘post-it’ a modo de recordatorio en la palanca de cambios de una vieja furgoneta que nos anima a que hay que seguir de frente, pero sin olvidar de qué estamos hechos. Un caramelo con sabor a ‘Coco’ pero envuelto en papel de aventura y frenética diversión entre dos hermanos que se aprenden a conocer.
Dan Scanlon derrocha y desborda imaginación para crear este fantástico mundo, un ‘Zootrópolis’ de seres mitológicos humanizados donde la tradición ancestral y la magia han sido sustituidos por la luz y el progreso. Tras dirigir ‘Tracy’ (ese falso documental que recuerda mucho a la estética nostálgica ‘Brigsby Bear’), y ya en las filas de la casa del flexo saltarín hacerse cargo de la precuela ‘Monstruos University’ (de la que bebe mucho esta historia de los hermanos elfos), Scanlon se basa en sus propias vivencias junto a su hermano y madre frente a la ausencia del padre, para llevar a todos los públicos a un escenario tan actual como mítico. Un lugar tan asombroso y a la vez común donde encontrar trolls ejerciendo de funcionarios, centauros como policías e idílicos unicornios vagabundeando como pestilentes y rabiosos mendigos en busca de comida en la basura.
Báculos mágicos, animales fantásticos y dónde encontrarlos… un poco pasados de vuelta, furgonetas personalizadas cual heroicos corceles alados en la edad media. ‘Onward’ tira más para ese lado de la aventura y la diversión que del de la sensiblería (que también la tiene). Sin olvidar que, como cualquier película de Pixar, contiene diferentes capas de lectura para amenizar a todos los espectadores que a ella se acercan.
Además de las estupendas voces originales de Tom Holland, Chris Pratt, Julia Louis-Dreyfus y Octavia Spencer, entre otras -Disney siempre es muy exigente con sus versiones dobladas-, contiene una partitura singularmente interesante a cargo de los hermanos (también) Danna. Los compositores Mychael y Jeff, quienes ya trabajaron para la compañía en ‘El viaje de Arlo’ o el corto ‘Sanjay’s Super Team’, utilizan su dilatada experiencia y conocimiento de la música celta para acertar con una excelente propuesta consistente actualizar dichos sonidos al rock y heavy, creando una curiosa mezcla sinfónica para todos los gustos.
‘Onward’ es, en definitiva, una divertida y hasta un tanto emotiva película de animación repleta de hazañas heroicas familiares, y con cierto toque hasta macabro, si bien se mira. Su técnica visual es impresionante, como acostumbra Pixar, y el mensaje que propone es el de reencontrar el “don de la magia” y “estar listo para la edad adulta con todos los desafíos” que esto conlleva. Poco más se puede pedir al respecto.
Lo mejor: los duendes motorizados con muy mala leche, la magnífica mezcla de texturas actuales y míticas dentro de “un mundo de maravillas”, y que te deja la semilla del sentimiento plantada para que germine poco tiempo después de verla.
Lo peor: la pena de no ser un pelín más ambiciosa para estar en esa primera línea maestra de ‘Del revés’, ‘Up’, ‘Coco’, ‘WALL·E’… Aún así no cabe duda de que será un gran acierto para la compañía.