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Valor de Ley: El western está muy vivo

Noche cerrada, un piano comienza a sonar.

La entrada de una casa de madera con la puerta abierta. De su interior emana la tímida luz que ilumina un cuerpo tendido en el polvoriento suelo, sin vida. Una joven comienza a hablar del asesinato del cadáver, de la pérdida que azota su corazón. En el horizonte se dibuja la venganza, el piano acompaña la voz como un amante acompaña a su amada.

Contemplamos, estupefactos, el arranque de “ Valor de Ley “.

Que los Hermanos Coen son unos genios es un hecho difícil de discutir. Su dilatada filmografía constata la capacidad de dos artistas llenos de recursos, dispuestos a convertir cada una de sus obras en objetos de culto instantáneo y obligados manuales que se estudiarán en cualquier escuela de Cine. Para los anales de la historia quedarán monumentos como “ Barton Fink “, “ El Gran salto “, “ Fargo “ o “ El hombre que nunca estuvo allí “. Pero , por increíble que parezca, el combustible de este dúo dinámico parece imposible de agotar.

“ Valor de Ley “ no es solo la mejor adaptación posible de la Novela de Charles Portis, sino que sienta cátedra con cada toma acerca de cómo recuperar las bondades de un género que se echa de menos, abrazando aires contemporáneos sin perder ni un ápice del tono crepuscular que cualquier buena película del Oeste debe tener.

Los Coen no se pierden ni un segundo en una posible lectura adolescente de la relación que la joven Mattie Ross ( refrescante descubrimiento de Hailee Steinfeld ) establece con el Alguacil Rooster Cogburn, al que contrata para apresar a Tom Chaney, asesino de su difunto padre.La relación de estos contrapuestos personajes y su aventura en pos de Chaney, sirve de vehículo a los hermanos Coen para articular el guión de su propia pluma, que compone un magistral lienzo sobre el final de un Viejo Oeste agonizante, donde el progreso asola las viejas costumbres adictas al gatillo.

Jeff Bridges compone, de nuevo, un papel capital , insuflando vida a este consumado pistolero charlatán y borrachín, decididamente adscrito a otra época que toca a su fin. La maestría de este actor es tal que, por sí solo, dota de tremendo valor a la película, pero no es sino la guinda del pastel de un Western mayúsculo.

Matt Damon , Josh Brolin o Barry Pepper culminan la cuadratura del círculo interpretativo, acompañados por la soberbia banda sonora de Carter Burwell , las evocadoras imágenes crepusculares que con tanto tino fotografía Roger Deakins y, en definitiva, la manifestación de una cuidadísima producción donde se nota la mano de Steven Spielberg.

En definitiva, estamos ante el resurgir lento pero seguro del género.Otra exhibición de los Coen merecedora de cada nominación a los Oscar que atesora, donde Jeff Bridges parece dispuesto a robarle la cartera a todos en la talentosa segunda juventud que está viviendo.

Una obra maestra de proporciones que solo ustedes, espectadores, pueden juzgar.

 

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