¿Alguna vez te has preguntado de dónde provienen tu pasión, tus sueños y tus intereses? ¿Qué es lo que te hace ser… tú? Pixar te lleva en un viaje desde las calles de Nueva York a los reinos cósmicos para descubrir las respuestas a las preguntas más importantes de la vida.
Disney y Pixar ponen el broche de oro a este año para olvidar con ‘Soul’, la apuesta animada originalmente orientada a reventar la taquilla navideña pero que, pandemia obliga, se ha estrenado en Disney +.
Durante este año, algunos han aprendido en el aislamiento que las pequeñas cosas son, casi siempre, las más importantes. Obligados a parar y bajarse del tren de la vida, la obligada reflexión irrumpió como un torrente, discutiendo el ‘plan’ que la Sociedad en general pone para cada uno de nosotros desde que nacemos.
‘Soul’, no solo es una película deliciosa en el apartado visual, artístico y técnico, donde Pixar demuestra que sigue teniendo la sartén por el mango en el territorio animado, y lo suyo va más allá del espectáculo: entrega la belleza del arte en imágenes inolvidables.
La cinta de Pete Docter y Kemp Powers reflexiona sobre la vida, y la importancia de vivirla a diario, jugando las cartas que a cada uno nos reparte el destino. En un mundo donde todo es efímero, la felicidad, la riqueza de un alma plena y en paz consigo misma, deberían ser nuestro objetivo.
‘Soul’ es la obra más ambiciosa y trascendente, junto a ‘Del Revés’ y ‘Up’, de la casa de la lamparita. Su rica reflexión existencial parte de lo cósmico, pero se centra en los pequeños momentos, en el día a día de una vida que, tan a menudo, no valoramos persiguiendo propósitos a veces inalcanzables, a veces románticos y siempre matizados por nuestras emociones y anhelos de una realidad que no es tal (impagable la escena entre Joe y Dotothea tras el concierto).
¿Qué es lo que nos llena el alma?; ¿qué es lo que nos hace felices?.
De entre todas las preguntas que podemos (y debemos) hacernos para no acabar como almas perdidas, estas son las más importantes. Y ‘Soul’ reflexiona sobre ellas a ritmo de jazz, de hojas que caen, recuerdos infantiles, puestas de sol, sueños truncados, la alegría de lo cotidiano y, en definitiva, la deliciosa experiencia de, simplemente, sentir.
Una joya, dentro y fuera de las salas de cine.
Lo mejor: la apabullante factura, y la moraleja.
Lo peor: el apresurado desenlace no hace honor al resto de la película.
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