Cuando la anciana Edna desaparece inexplicablemente, su hija Kay y su nieta Sam se apresuran a ir a la decadente casa de campo de la familia, donde encuentran pistas de su progresiva demencia esparcidas por toda la casa. Después de que Edna regrese tan misteriosamente como desapareció, la preocupación de Kay de que su madre no quiera o no pueda decir dónde ha estado choca con el entusiasmo de Sam por tener a su abuela de vuelta. A medida que el comportamiento de Edna se vuelve cada vez más volátil, ambas comienzan a sentir que una presencia malévola en la casa podría estar poseyéndola. Las tres generaciones de mujeres unidas a través del trauma y un poderoso sentido de fuerza y lealtad deben hacer frente juntas al terror definitivo.
Comentábamos en un corrillo de compañeros de oficio previo al pase de prensa de esta entrega que nos atañe, que hace ya mucho, mucho tiempo, que no vemos una película de terror de esas que hacen historia. No de vísceras y casquería, chorros de sangre y gente persiguiéndote con la motosierra. Ni de monstruos inexplicables que hacen la puñeta a quien se le cruce por medio. No. Hablábamos de esas que te hacen sentir tremendamente incómodo en la butaca, te ponen los pelos de punta, y te acuerdas de ellas de mala gana cuando a solas te toca subir en el ascensor. Tal vez se deba a la edad, a la sensibilidad, a la mezcla de ambas condiciones juntas que ya no surta tanto efecto nervioso, o que la realidad a veces ya es demasiado cruel como para agitar el ánimo. Sea como fuere toca una de miedo.
Tras unos cuantos trabajos menores adentrándose en el género, algo ha debido llamar la atención en Natalie Erika James para que tanto los hermanos Russo como el mismo Jake Gyllenhaal hayan decidido apadrinarla en la producción de este su primer largometraje. Además repite escribiendo el argumento junto a Christian White como ya hicieran en el cortometraje ‘Creswick’.
Bañeras repletas de agua que se derrama por toda la casa, crujidos, golpes y susurros, sueños reales, vivencias ficticias, sombras y oscuridad,algún que otro despiste… y suspense. Con estos elementos habituales y las muy aceptables y convincentes interpretaciones de sus protagonistas, la directora australiana consigue recrear un fascinante y asfixiante ambiente para desarrollar una trama angosta y algo incompleta.
Emily Mortimer (‘El regreso de Mary Poppins’, ‘La librería’, ‘Shutter Island’), Robyn Nevin (‘Dioses de Egipto’, ‘Matrix Reloaded’, ‘Matrix Revolution’), y Bella Heathcote (‘El profesor Marston y Wonder Woman’, ‘Orgullo + Prejuicio + Zombis’), en los roles de madre, abuela y nieta respectivamente cubren las amplias estancias de una casa bastante desaliñada. El bosque, las paredes y el paso del tiempo hacen el resto.
‘Relic’ -que nada tiene que ver con el anterior título de 1997-, es una versión adulta de ‘Monstruos S.A.’ en cuanto a aquello de “no mires debajo de la cama” y “cuidado con lo que hay en el armario”, aderezado con humedades y moho negro que corrompen la soledad de las protagonistas. Una opción ideal para quienes deseen mantener tradiciones importadas de la Víspera de Difuntos a pesar de las limitaciones de aforos, pues era en esas fechas cuando estaba previsto su estreno inicial.
Lo mejor: demuestra que con tres actores es más que suficiente para crear terror, y alguna que otra memorable e inesperada secuencia.
Lo peor: la poca ambición para desarrollar más el porqué de la trama y que por abrir el horno de aquella manera se desinfle el suflé.