Cristi, es policía y a la vez chivato de la mafia. Desde Rumanía viaja a la isla de La Gomera para aprender el silbo gomero. En Rumanía se encuentra bajo vigilancia policial, y utilizando la ancestral forma de comunicación canaria pretende comunicarse con la mafia para conseguir sacar de la cárcel a Zsolt, el único que sabe dónde están escondidos 30 millones de euros.
‘La Gomera’ es una película rumana, con buen corte medido y donde no importa de dónde salen sus personajes. Lo principal es el presente, cómo se genera la trama, y el suspense que surge de narrar la historia mediante la analepsis, equivalente al flashback cinematográfico. Para ello se vale de una estructura por capítulos con el nombre de sus protagonistas o incluso del motivo principal por el que recoge la denominación de nuestra preciosa isla canaria.
Su director y guionista Corneliu Porumboiu (‘El tesoro’, ‘12:08 al este de Bucarest’), sigue los pasos muy de cerca de grandes maestros, sobre todo del thriller y del suspense, a quienes homenajea a través de estos fotogramas.
Policías corruptos o en vías de viciar, femme fatale (que curiosamente se llama Gilda), mafiosos capaces de todo, cámaras en contínua vigilancia…
Tiene estrecha influencia por su manera de contar los sucesos de Brian de Palma -obviaremos su última producción estrenada-. Pero también se permite parafrasear imágenes de elementos claramente referentes en la filmografía de Hitchcock, como ‘Psicosis’, con su motel y baño de azulejos blancos, y ya puestos el inevitable puño alzado con cuchillo en mano tras la cortinilla de la ducha.
Pero lo más importante, que Porumboiu justifica de un modo gratamente visual, es la referencia a ‘Centauros del desierto’ de John Ford. Tal vez el punto más atractivo con el que arrancó esta aventura en lo referente a utilizar el silbido. No como Pepito Grillo en una delicada situación, sino como hicieran los guanches isleños a modo de medio de comunicación para salvar grandes distancias.
‘La Gomera’ no se reduce a este estrecho entorno, aunque lo sabe aprovechar y lo disfruta. Sirve para darnos unas cuantas clases magistrales de las técnicas del silbo gomero, esa cultura ancestral más barata que la telefonía móvil y sin necesidad de permanencia una vez que le coges el tranquillo. Con teoría y prácticas en empresas, aunque no sean del todo lícitas.
Es agradable que sea multilingüe y multi-región mientras se va despertando el interés y generando tensión acumulada hacia su resolución. Su amplio elenco de actores la hacen más que respetable. El argumento está bien cuidado y homenajea al séptimo arte con sus claras referencias indicando un metacine de diferentes clásicos de los que se impregna. Buena fotografía, buen tempo, thrilller, suspense. Y además regala como fin de fiesta un magnífico espectáculo visual ¿Qué más se puede pedir…?
Lo mejor: la combinación de todos los elementos y el resultado de principio a fin. Si fuese una película española, seguro que tendría unas cuantas y sabrosas nominaciones a los Goya, pero es rumana lo cual no desmerece en absoluto sus ambiciones.
Lo peor: que no incida en la personalidad y en los antecedentes de sus personajes, pero es que tampoco lo necesita demasiado para configurar su guion.