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‘Shorta. El peso de la ley’, tirante tensión racial

En la Dinamarca actual, una sociedad multicultural, segregada y llena de tensiones raciales, Talib, un joven inmigrante de segunda generación, entra en coma estando bajo tutela policial. Mientras los agentes de policía Høyer y Andersen hacen una patrulla rutinaria por el gueto de Svalegarden se anuncia la muerte del joven, lo que desata violentos disturbios en el vecindario, que se convierte en un infierno sin salida para los agentes.

Está demostrado que el uso de la violencia desmesurada genera, como si de la inercia de una dinamo se tratara, más tensión en quienes se pretende oprimir. Todas las grandes ciudades, debido a la gran masa de habitantes que soportan, poseen barrios que con el tiempo han pasado a formar guetos por las diferencias y distanciamientos sociales. La cultura, la religión, la raza, el origen, las necesidades, pueden fomentar que las personas se sientan más unidas a sus semejantes. Los problemas vienen cuando se sienten más importantes que el resto. O, peor aún, que los demás pretendan subyugar a estos grupos bajo su dominio. Parafraseando a ese gran cantante nacional (por estatura y por excelente rockero), “a por ellos que son pocos…” pero nada cobardes.

Una niña que pinta con tiza unos ojos en el suelo de la calle puede resultar una estampa visual bastante inocente. Pero esta lírica conceptual dista mucho de una realidad en la que esos mismos trazos sirven para advertir de que en esa zona todo está controlado, mientras un helicóptero de las fuerzas de seguridad sobrevuela el vecindario por miedo de enviar a la caballería.

Procedentes del corto, los directores y guionistas daneses Frederik Louis Hviid y Anders Ølholm, recrean un relato original de este último que bien podría ambientarse en cualquier capital del mundo. Dos policías asediados en un distrito marginal donde parecen estar abandonados a su propia suerte. Una producción repleta de tensión, acción y una asfixiante trama. Brutales intervenciones que en ocasiones se dan por parte de lo que debería ser el cuerpo de protección y servicio a la ciudadanía. Frente a los disturbios raciales de quienes aprovechan su temeridad colectiva para el propio saqueo que impulsa su conflicto. Cuando el opresor y el oprimido confunden sus límites, desdibujando la imprudencia social.

Jacob Lohmann y Simon Sears, se ponen la piel de una pareja de agentes obligados a patrullar mirándose por encima del hombro. Inmersos en una investigación por una actuación reprochable, la tensión se va acumulando mientras están de servicio por el barrio de Svalegarden. Nervios, racismo, abuso de autoridad, provocación y amenazas que van en aumento. Dan perfecto juego a toda desavenencia y a mucho más.

‘Shorta. El peso de la ley’ es una dramática actuación policial y social a mitad de camino entre la americana ‘Training Day’ de Antoine Fuqua y la francesa ‘Los Miserables’ de Ladj Ly. Shorta en árabe significa policía, y su subtítulo viene a referir al esfuerzo ético por cumplir y hacer cumplir las normas de la convivencia, eso que solemos denominar leyes, para como reza el lema de “servir y proteger” sea igual para unos y para otros. Es tirante, tensa, y ciertamente angustiosa. Y si además aprendemos algo sobre las normas básicas de convivencia, su disfrute está más que garantizado.

Lo mejor: esa montaña rusa interpretativa que supone meterse en las fauces del lobo a sabiendas y sin plan “b” para escapar. Y esa interesante charla sobre el fútbol.

Lo peor: que quede catalogada como una película de acción, cuando su mensaje trasciende del abuso de cualquier estatus de poder y creerse estar al margen de todo lo demás.

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