Diferentes rostros nos muestran un Irán donde tradición y modernidad conviven y se confrontan. Erfan nos invita a descubrir un país tan misterioso como culto a través de la música y sus gentes. Él es un joven kurdo, divertido e irónico, que quiere convertirse en director de cine. Canta, escribe poesía, vive con sus padres y su loro, pero no sabe nada del amor.
Como quien diseña una escaleta para un programa musical radiofónico, Javier Tolentino elabora una tracklist de temas tradicionales y contemporáneos para describir la singular magia de un bello país como es Irán.
El director de “El séptimo vicio” -en clara alusión al amor que profesa hacia ambas actividades artísticas como es el cine y la música-, utiliza el blues transcribiendo esa melancolía que trasciende de generación en generación. Especialmente transmitido por su valor vocal, y configurando postales de la vida cotidiana, de esas que luego llevamos en el fondo de nuestros equipajes para el resto de la vida.
‘Un blues para Teherán’ representa un mundo de contrastes. Entre lo actual y lo tradicional; lo étnico, el folclore y lo cosmopolita de una gran ciudad y de su cultura. Una gama de sonidos y estampas con las que regocijar al viajero.
Un amago de documental en el que presenta, a su debido tiempo, el arte en la música descrito como si de un bodegón se tratara. Temas y composiciones interpretados por artistas callejeros y de conservatorio pregonando que “la música es el sonido del amor”.
Tolentino realiza un verdadero y apasionado trabajo de divulgación cultural. Para ello se ayuda del cineasta local en puertas, Erfan Shafei, quien además de actuar, cantar y presentar a su familia con curiosas conversaciones, se responsabiliza de la segunda unidad. Algo que beneficia a la producción en gran medida teniendo en cuenta un rodaje repleto de restricciones tanto hacia afuera como desde dentro.
Tradición y música en estado puro… “Y que Dios bendiga a nuestros artistas”. Audiciones preparadas como un programa de radio musical, engalanado con bellas imágenes y acertados comentarios sobre los problemas actuales de la sociedad iraní. Amar y comer, pintorescas reflexiones de un padre pescador en la orilla del río mientras confiesa a la cámara su amor por la vida, liberando sus emociones.
Con ‘Un blues para Teherán’, Javier Tolentino factura un excelente trabajo en el que el espectador se sienta en su cómoda butaca para dejarse guiar por un país emotivo y repleto de experiencias, que combinan imagen y sonido, música y tradición, paisajes rurales frente a la contaminación cosmopolita, de una gran cultura.
Para amantes incondicionales que disfrutan de las pinceladas bellas de las notas musicales.
Lo mejor: dejarse llevar.
Lo peor: que por sus características vaya destinado a un público bastante minoritario, pero de gran calidad.