En el segundo año de su lucha contra el crimen, Batman investiga la corrupción que recorre Gotham City y cómo conduce hasta su propia familia, mientras se enfrenta a un asesino conocido como Enigma.
Batman es, para muchos, el héroe más poliédrico que ha dado la factoría DC.
Durante años, tanto en los cómics como en el cine y la televisión se han explorado diversas facetas del personaje, desde las más festivas (esa locura camp de Adam West y compañía), pasando por el abrazo gótico de Tim Burton, la ‘realista’ aproximación de Nolan hasta la contundente visión de Zack Snyder.
Como todo personaje con bases sólidas, el Caballero Oscuro tiene cancha suficiente para explorar y explorar.
‘The Batman’ abraza el thriller neo-noir detectivesco desde el minuto uno, sumergiendo al espectador en una Gotham oscura, plomiza, pesimista, donde no sale el sol y las cosas siempre pueden ir a peor.
Una atmósfera que está muy viva y transmite podredumbre, tensión y la sensación constante de polvorín a punto de estallar. El caldo de cultivo ideal para que lo peor de lo peor haga de las suyas.
En este lisérgico (y no apto para epilépticos) erial se mueve nuestro atormentado, taciturno y poco sociable Batman (The Batman aquí, para que el artículo lo haga más único si cabe), encarnado por un Robert Pattinson que transmite más con la máscara puesta que sin ella (la versión emo de Bruce Wayne da para mucho debate), y flanqueado por un reparto de altura donde brillan especialmente Zoë Kravitz como Catwoman, un irreconocible (probablemente uno de los maquillajes mejor elaborados de los últimos años) Colin Farrell como el Pingüino y, por encima de todos, el siempre genial (y aquí especialmente terrorífico) Paul Dano en la piel de Enigma.
La portentosa fotografía llena de rojos y negros, la magnífica banda sonora de Michael Giacchino y un diseño de producción apabullante (mención especial a todos los diseños relativos al Hombre Murciélago y sus gadgets, plausibles en general), enmarcan la película de Matt Reeves que, sin embargo, se pierde en un metraje desmesurado (media hora larga de cinta, sobra) donde las elevadas pretensiones no terminan de culminar y muchos acertijos son tan simples para cualquiera que conozca mínimamente el transfondo del personaje, que se responden por sí solos.
Es de agradecer que Reeves y DC opten por abrazar a Batman en su faceta detectivesca, primando la investigación sobre la violencia (aunque cuando la hay, es brutal y repleta de escenas para el recuerdo) y el cerebro sobre el músculo.
Tan imperfecta y contradictoria como atrevida y necesaria.
No es la mejor película con Batman pero, probablemente, sí sea la mejor película de Batman.
Sobre todo para los que, durante décadas, han disfrutado con las viñetas del protector Gothamita.
Lo mejor: es distinta.
Lo peor: extremadamente larga, sin nada que lo justifique.