Michael, de 18 años, se encuentra en ese punto de su vida que todo estudiante debe afrontar: ¿y ahora qué? El joven está atrapado entre el camino que su padre quiere para él, y su sueño de convertirse en un skater profesional. Sus amigos le animan a alejarse del status quo pero, cuando Rachel aparece en su vida, Michael empieza a dudar de sus elecciones.
Es fácil identificarse con las vivencias del protagonista de ‘North Hollywood’.
No hace falta vivir en California, o pisar una tabla con la maestría de un figura del Skateboard.
Basta con haber experimentado el implacable azote de la adolescencia.
En clave amable y esperanzadora, la película aborda las relaciones interpersonales en la adolescencia, donde cada uno intenta encontrar su lugar en un mundo confuso con caminos socialmente aceptados que no todos quieren seguir.
Apoyada por un gran reparto (Vince Vaughn, el emergente Angus Cloud y Miranda Cosgrove, entre otros), un cuidadoso dibujo de todos y cada uno de los personajes, la excelente fotografía que nos mete de lleno en un Hollywood lleno de contrastes, y la estupenda selección de canciones, esta cinta independiente dirigida con mucho oficio por Mikey Alfred brilla sin estridencias ni salidas de tono.
Es tan correcta en su desarrollo como honesta, y cumplidora, en todos y cada uno de sus objetivos.
Cualquier Occidental medio que recuerde su adolescencia se identificará con este grupo de amigos, padres e hijos, primeros amores, decisiones vitales y, en definitiva, el momento crucial en nuestras vidas en que comenzamos a vislumbrar quiénes somos, qué queremos y qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo.
Además de todo un espectáculo para los amantes del monopatín.
Desde los que alucinaron con su primer Ollie hasta los grandes que convierten cada truco en una suerte de poesía en movimiento.
Lo mejor: con monopatín o no, es fácil identificarse.
Lo peor: que los prejuicios de los que no siguen el Skateboard, les impidan disfrutar de la película.
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