Emily Taylor se va hundiendo cada vez más, aquejada de una depresión crónica que le ha llevado a intentar suicidarse en varias ocasiones. El Dr. Jonathan Banks, su psiquiatra, le prescribe una novedosa medicación experimental como tratamiento de choque. Sin embargo, una noche, la paciente pierde el control mientras duerme y asesina a su esposo, un ex convicto. Emily va a la cárcel y Banks, cuya carrera profesional se va al garete, decide investigar este misterioso crimen para salvar su honor.
No puedo decir que ‘Efectos secundarios’ sea una mala película. De hecho, este thriller pergeñado por Steven Soderbergh está por encima de la media, ahondando en las cloacas de la psicofamarcalogía, la mala praxis llevada al extremo y dosis de crítica hacia un sistema corrupto y corruptor.
Un reparto de bambalinas (donde Rooney Mara brilla con luz propia, postulándose como la próxima gran Estrella de Hollywood) siempre en su sitio, y un Director tremendamente cómodo y seguro de qué tipo de película quiere hacer.
Ni un segundo para el respiro durante el metraje, que gira una y otra vez sobre sí mismo y nos mantiene pegados a la butaca, deseosos de saber qué pasará en este pulso donde la parte más débil lleva todas las de perder.
Cuando llega al final (absurdo, todo sea dicho), nos queda la conclusión de que ha valido la pena pagar la entrada.
Sin embargo, hay un problema muy gordo en la película, que además ya vimos en ‘Indomable’, ‘Contagio’ y también ‘Magic Mike’: Soderbergh ha perdido la pasión.
La cinta es fría como un témpano de hielo. Preocupada continuamente por cuidar cada aspecto de la misma, el Director parece olvidar (más allá de las señas técnicas a las que nos tiene tan acostumbrados) su propio sello, que tanto nos encandiló en la Trilogía de ‘Ocean`s eleven’, la magnífica ‘Traffic’ o el trabajo que le dio la fama, la mítica ‘Sexo, mentiras y cintas de vídeo’.
En ciertos aspectos, los últimos trabajos de Soderbergh (‘Efectos secundarios’, incluida) son todos iguales: maestría técnica envuelta en hielo.
Y, aunque siga obteniendo el favor del público, la alarma empieza a sonar, y no queremos una fábrica de películas ambulante que igual te factura una de Acción, Thriller, Ciencia-ficción o Comedia y que parezca todo tan exquisito como desganado.
Queremos que Steven vuelva y de un respiro a Neveras Soderbergh.
Lo mejor: Rooney Mara.
Lo peor: la película es un témpano.