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‘Asalto al poder’: Roland, el Destructor

Asalto al poder

John Cale es un agente de policía que lleva a su hija a conocer la Casa Blanca en una visita guiada. Lo que promete ser una jornada inolvidable para su pequeña, se convierte en una de las peores pesadillas de sus vidas: un grupo de mercenarios y ex militares irrumpe en el complejo presidencial para secuestrar al presidente de los Estados Unidos, James Sawyer. Un plan perfecto, ejecutado con minuciosidad, pero con lo que no contaban los terroristas es con la presencia accidental de Cale.

En primer lugar, dejemos clara una cosa: ‘Asalto al poder’ es absurda.

Si es tan sencillo entrar en la Casa Blanca y destrozarla, el líder del Mundo Libre debería dormir con un ojo abierto y cuatro Tortugas Ninja en la entrada de su dormitorio.

Dicho esto, la última película del alemán Roland Emmerich es idéntica a todos sus Blockbusters donde destruye algo. A la Casa Blanca le tiene  especial manía, pues ya la dinamitó en ‘Independence Day’, y aquí la deja hecha un Cristo, por obra y gracia del cabreado jefe del Servicio Secreto y unos cuantos chalados armados hasta los dientes con el Arsenal de la Casa Blanca (sí, así de tontos son).

La única forma de disfrutar el espectáculo no es solo aparcando las neuronas, sino olvidando por completo que existen, y abrazar un estado vegetativo/palomitero/refresquero donde sacar partido a la innegable química del dúo Jamie Foxx (el Presidente de turno, claro homenaje hiperbólico a Barack Obama y familia) & Channing Tatum (cinematográfico hermano pequeño del deslenguado John McClane) y las rocambolescas peripecias por las que pasan.

Si obviamos las lindezas de un Libreto imposible, los personajes planísimos ahogados en tópicos (lo del informático es de traca) y, encima, la petulante actitud de Emmerich, que sigue convencido de que sus pelis son serias y el entramado dramático tiene cierto calado, descubriremos en ‘Asalto al poder’, una cinta muy divertida donde engullir palomitas tan ricamente mientras los Estados Unidos de América y sus Servicios de Seguridad parecen idiotas, los símbolos de la libertad son vapuleados hasta los cimientos y todo queda en manos de un musculado Agente ex soldado condecorado y blá blá blá, su hija adolescente y el pacifista Presidente de los Estados Unidos que, cómo no, hará lo imposible por salvar a su País mientras tira de frasecillas chachis.

Es de agradecer, no obstante, que esta vez los enemigos no sean los de siempre, y el patriotismo barato y descerebrado se haya bajado unos cuantos grados, en favor de una sana mofa no intencionada, pero evidente.

Súbanse a ‘Asalto al poder’, un divertido tren de emociones fuertes carente de seso, donde Roland el Destructor vuelve a sublimar sus exacerbadas pulsiones.

Lo mejor: el dúo protagonista, rebosante de química.

Lo peor: ¿cómo es posible que Emmerich crea que podemos tomarle en serio?

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