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‘Hércules, el origen de la leyenda’: doscientos y poco

'Hércules: el origen de la leyenda'

'Hércules: el origen de la leyenda'

La reina Alcmene ruega a Zeus que acabe con la tiranía que su esposo, el rey Anfitrión, ejerce sobre sus súbditos. Sus plegarias son escuchadas y engendra a Hércules, mitad humano y mitad Dios al mismo tiempo que a Ificles, hijo legítimo del rey. Hércules crece en valor y en fuerza junto a su amada Hebe. Sin embargo, Anfitrión la promete al cruel Ificles. Desterrado, Hércules se embarca en una odisea para derrocar a Anfitrión del trono y recuperar a su amada de las garras de su hermano.

Hay grandes películas que, sin embargo, han hecho mucho daño al género al que pertenecen. La sin par Trilogía de ‘El señor de los anillos’ instauró nuevos estándares al fantástico, pervertidos con cada nueva emulación, resultando un montón de tristes sucedáneos como la horrible ‘Eragon’ o la irregular saga de Narnia.

Algo similar ocurrió con el cine de acción histórica con la estupenda ‘300’, copiada hasta la saciedad (con éxito en ocasiones, como la Serie ‘Espartaco’) con resultados dispares, pero siempre mediocres respecto del referente original.

El ‘Hércules’ de Renny Harlin milita por derecho propio en las Ligas menores de las películas a rebufo (‘Inmortals’) que explotan la fórmula sin buscar ideas nuevas, no vaya a ser que innoven y todo.

El otrora Director responsable de grandes cintas de acción durante los años 80-90 (suya es la magnífica ‘Máximo riesgo’ o la infravalorada ‘La isla de las cabezas cortadas’) coge aquí sin pudor alguno lo visto en la Odisea espartana, las peripecias del Espartaco catódico y lo peor de la ‘Saga Crepúsculo’ (esa historia de amor mononeuronal), para alumbrar una visión de Hércules poco menos que irrisoria.

Este ejemplo de Serie B encantado de conocerse habría aguantando el tirón a poco que Harlin se dedicara a lo que mejor sabe: rodar buenas y personales escenas de acción, tirar de sorna y apuntarse a la montaña rusa porque sí.

Pero Harlin tiene las manos atadas por el estudio, y la suya aquí es la labor de un mercenario cualquiera: juntar planos e intentar que el escaso presupuesto luzca lo mejor posible (en general lo consigue, salvo sonrojantes momentos como la lucha con el León de Nemea, más falso que Judas).

Aún así, copiar y copiar no es lo peor de la cinta. Lo que la hace naufragar es la estupidez inherente a un guión indefendible (cualquier batiburrillo que mezcle épocas a lo loco vale), el montaje peor armado en lo que va de año y, para poner la triste guinda al pastel, un actor protagonista incapaz de transmitir emoción alguna, franqueado por secundarios que tampoco aportan nada (¿de quién ha sido la idea de colocar como Rey Anfitrión a Scott Adkins, actor forjado en el peor Cine a lo Steven Seagal Gordo?) .

Kellan Lutz merece una nueva categoría en los Razzies. Más allá del hecho de ser un armario empotrado y lucir palmito, su interpretación es para considerar qué pinta este chico en la industria cinematográfica. A su lado, el semidiós de Kevin Sorbo en la entrañable serie de Sam Raimi es Cyrano de Bergerac.

No pierdan el tiempo y esperen pacientemente a que Dwayne Johnson irrumpa con el segundo Hércules del año, con las Guerras Tracias como telón de fondo. Aunque no mueva un músculo, el simple carisma del Californiano dará mil vueltas al infame Lutz.

‘Hercules, el origen de la leyenda’, no llega a ‘300’. Doscientos… y poco.

Lo mejor: alguna escena de acción muy bien rodada.

Lo peor: Kellan Lutz. No resultaría creíble ni anunciando la parrilla de George Foreman.

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