La década de los 90 continúa con el enriquecimiento indebido y poco ético de los “tiburones” financieros de Wall Street, a costa de inversiones fraudulentas que acaban con el empobrecimiento de pequeños inversores. En este contexto, surge la figura de Jordan Belfort, un hombre honrado que se transforma en un bróker multimillonario, ambicioso y sin escrúpulos. El poder, el dinero, las prostitutas de lujo, las drogas y una vida de total desenfreno se acaban cuando el FBI llama a su puerta
‘El lobo de Wall Street’ dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Leonardo DiCaprio en el papel de Jordan Belfort, es sin lugar a dudas, una gran película. Scorsese tiene una dilatada carrera con muchos éxitos a sus espaldas y a esa lista hay que añadirle uno más. Es el responsable de algunas de las joyas del cine americano ¿Quién no recuerda ‘Casino’? ‘El lobo de Wall Street’, no ha sido menos que ésta, con este compendio de sexo, drogas y dinero. Una historia con potencial, perfecta para un guión de cine, que nos presenta a la América de la década de los 80. Nos habla “de la gran cultura americana” pero paradójicamente como espectadores, no nos parecen reprobables ninguno de los hechos del ambicioso broker, ni tan siquiera cuando se produce su caída. Nos convertimos en un espectador pasivo, incapaces de juzgar lo que está bien o mal, porque desde el minuto 0 nos hace mirar con los ojos de Jordan Belfort. La historia nos introduce en el personaje, viendo cómo se crea un hombre de la nada, haciéndonos creer en el sueño americano.
La película dura tres horas, las cuales son mucho tiempo para otros largometrajes, pero en este caso no se hace larga sino corta, por culpa del carismático Jordan Belfort. Nos mantiene pegados a la pantalla con ese derroche de adrenalina. Scorsese dilata el tiempo con secuencias largas, jugando con elementos muy propios de su cine, además de movimientos de la cámara y travellings, manteniendo nuestra atención por si en algún momento habíamos pensado en levantarnos de la butaca.
En este caso, no sólo tenemos que hablar del gran director que es Martin Scorsese sino también de ese gran protagonista que es Leonardo DiCaprio. Es una gran interpretación o más bien, la gran interpretación de su carrera, donde podemos comparar el antes y el después. Un actor forjado delante de las cámaras y en progresión continua, hasta convertirse en el intérprete capaz de hacernos creer que es Jordan Belfort. Después de cinco colaboraciones con Scorsese en ‘Gangs of New York’ (2002), ‘El Aviador’ (2004), ‘Infiltrados’ (2006) y ‘Shutter Island’ (2010), ésta ha sido la definitiva. Una interpretación brillante, la cual no han dudado de tachar de excesiva y sí, lo es, pero está representando a un hombre que vive rodeado de excesos ¿hay otro modo de interpretarlo? Entre el elenco de actores no sólo hay que hablar de Leonardo. El otro nombre en la palestra es Matthew McConaughey, quien con tan sólo unos minutos en la pantalla, nos consigue fascinar. Es un reflejo de lo que se va a convertir ese aspirante a broker, introduciéndonos en la realidad de Wall Street. Los minutos en los que actúa McConaughey son los únicos en los que no piensas en su protagonista. Durante el resto del largometraje, no hay más actuaciones, pero no porque el resto de secundarios actúen mal, sino más bien porque DiCaprio no deja percibir otras interpretaciones por su exceso de carisma. Ese es el caso de Margot Robbie, su flamante esposa.
Es cierto que si McConaughey y DiCaprio hubieran tenido que compartir la escena mucho más tiempo, probablemente mis apreciaciones no serían las mismas. Pero sin duda, piense lo que piense este año la Academia, se merece el Oscar.
Lo mejor: la interpretación de Leonardo DiCaprio como el carismático Jordan Belfort. Inmejorable.
Lo peor: después de haber jugado majestuosamente con la dilatación del tiempo durante casi tres horas, el telón cae demasiado rápido.