2028. Detroit es una de las ciudades con más crímenes de los EEUU. En este contexto, Alex Murphy es un padre de familia y agente de policía ejemplar que sale todos los días a las calles a combatir el crimen y la corrupción. Tras una emboscada, cae abatido y queda en coma irreversible. Automáticamente, la corporación OMNICORP, número uno mundial en robótica, aprovecha la coyuntura para transformarlo en una nueva clase de policía.
Dudo que alguien (ni siquiera los admiradores acérrimos del primer ‘Robocop’ de Paul Verhoeven) pensara que el reboot del Brasileño José Padilha se asemejaría, en violencia y mala leche, a su referente.
Este ‘Robocop’ es un digno heredero de su tiempo y, como tal, carga las tintas con un discurso básicamente político, huyendo de sangrientas hipérboles, violencia física, subversión y humor negro.
La película de Padilha hace de la corrección su bandera. Tiene mejores interpretaciones, un guión sólido, set pieces donde el dinero está bien invertido y, cómo no, acción veraz e impresionante (el tino de Padilha en este campo está fuera de toda duda después de experimentar su ‘Tropa de élite’).
Pero entonces ¿qué le falta a la nueva visión de las aventuras de Alex Murphy?
Sobre todo, las hirientes dosis satíricas y el vigor del inquieto Verhoeven.
Es cierto que el espíritu del original impregna todo el metraje (los descacharrantes titulares de las noticias; el agradecido papel de Samuel L. Jackson; el dramático encuentro de Murphy con lo que queda de él; la bofetada que supone la escena final), pero aquí se quiere concienciar al público con armas muy diferentes, envueltas en terciopelo.
Verhoeven hacía del exceso un arte; Padilha quiere revolver nuestras conciencias dejando clara su comprometida ideología, pero sin correr riesgos que puedan ofender sensibilidades.
El recuerdo envuelto en sangre del clásico ochentero pesa demasiado. El reboot (que no remake) sirve como refresco para las nuevas generaciones, se agradece por los que deseaban volver a ver a Robo patrullar las calles de Detroit y lucir sus gadgets y sienta las bases (taquilla mediante) para una segunda generación de películas.
¿Era necesaria? No.
¿Tiene entidad propia y recorrido? Desde luego.
¿Es éste el ‘Robocop’ que esperábamos? Con el corazón en la mano y asumiendo el Siglo tan convulso como políticamente correcto que nos ha tocado vivir, la película es lo máximo que puede ser.
Con una gran productora y sus ataduras artísticas detrás, habría sido un milagro encontrar resultados diferentes.
Lo mejor: se sostiene por sí sola.
Lo peor: hay más sangre en ‘Harry Potter’.