Jude Law interpreta a DOM HEMINGWAY, un hábil y arrogante ladrón de cajas fuertes, que también es muy listo, está muy perturbado y rebosa una exultante energía. Después de doce años en prisión, Dom, acompañado de su compinche Dickie (Richard E. Grant), se dispone a cobrar lo que le deben por mantener la boca cerrada y no delatar a su jefe, Mr. Fontaine (Demián Bichir). Tras sentir muy cerca la muerte, Dom intenta recuperar el contacto con su hija (Emilia Clarke), de la que se ha distanciado, pero pronto se ve de nuevo inmerso en el único mundo que conoce, con el fin de saldar la última deuda.
El principio hay que decir que descoloca, nos encontramos ante un Jude Law que nos sorprende dando vida al personaje de Dom Hemingway. Qué mejor que decir que es todo ‘un personaje’, una persona vanidosa y narcisista, con frases que empiezan y acaban con el yo; ladrón, ambicioso y con cierta inclinación al disfrute de las drogas y el alcohol. Presenciamos varios monólogos y conversaciones absurdas con su compañero que llegan a sacarte alguna sonrisa, conversaciones sobre lo bueno que es en todo, además de algún tira y afloja, esa típica lucha dialéctica en la que gana el que diga la última palabra.
En sí la película tiene un toque de humor perpetuo, porque a Dom siempre le pasa algo y sale de ello de maneras surrealistas; pero también tiene un toque de drama, al intentar recuperar a su hija después de doce años, pero es un drama que queda totalmente invisible por los matices de humor que caracteriza la película.
A todo lo anterior se unen escenas de desfase con el alcohol y las drogas, que evidentemente tienen sus consecuencias, como perder lo que más deseas. El personaje va evolucionando y se produce un cambio de actitud, intentando establecer nuevas prioridades, pero sin renunciar a ciertas características de su personalidad que ya están grabadas a fuego.
El ritmo de la película esta apoyado por una banda sonora que te anima y te incluye como uno más en las situaciones que se están representando en la gran pantalla. Además está divida en una serie de capítulos con frases introductoras a cada uno de ellos. En definitiva un sinfín de sensaciones, algunas buenas y otras quizás no tanto.
Lo mejor: el surrealismo del personaje.
Lo peor: algunas escenas de humor absurdo.