España, años cincuenta. Montse (Macarena Gómez) ya no es joven, ha perdido su juventud cuidando de su hermana pequeña, encerradas en un siniestro piso del centro de Madrid. Su madre murió en el parto de la pequeña (Nadia de Santiago), y el padre (Luis Tosar) no pudo soportarlo. Huyó cobardemente dejándolas solas. Obligada a ser padre, madre y hermana mayor, Montse se esconde de la vida, entre cuatro paredes, alimentando un temperamento obsesivo y desequilibrado: padece de agorafobia, y no puede dar un paso fuera de casa. Ella no entiende lo que le sucede, y el sufrimiento que esa extraña enfermedad le genera la obliga a refugiarse en un mundo de Padrenuestros y Avemarías. Montse trabaja de costurera y el único eslabón que la une con la realidad es la niña, una niña que está dejando de serlo. Un día, esa cadena se rompe: Carlos (Hugo Silva) un vecino joven e irresponsable, tiene la desgracia de caerse por las escaleras, buscando ayuda en la única puerta a la que ha sido capaz de arrastrarse. Montse le recoge.
La primera vez que te lees la sinopsis de este filme y cuando te sientas en la butaca de la sala de cine, mientras los personajes se enmarcan lentamente en una trama de lo más clásica, te empiezas a preguntar desde el aburrimiento: ¿qué te puedes esperar de una película ambientada en la postguerra española, con dos huérfanas de por medio, un padre que las abandona y una terrible enfermedad? Cierto es que la respuesta tarda un poco en llegar por lo lento de la narración, pero de repente, todo cambia y la pantalla se convierte en una casa de locos.
El aburrimiento desaparece de un plumazo dando paso a una situación delirante y exagerada a la máxima potencia. La coherencia ha dejado de importar, apareciendo en su lugar un cóctel de violencia, sangre y una pequeña dosis de humor negro. Humor al más puro estilo del Sr. Alex de la Iglesia, no como director, sino dejando su impronta y sello como productor.
Es una película diferente aunque no por su argumento, con giros muy esperados de guión. Lo que realmente la distingue es la brutalidad. Escenas llenas de golpes y (demasiada) sangre gratuita, tanta que llegas a agobiarte y eres té quien quiere salir de la casa, de esas cuatro paredes en las que transcurre todo el film.
Una historia interpretada por cuatro caras conocidas del cine nacional, entre las que destaca la magistral actuación de Macarena Gómez.
La simplicidad y naturalidad de Nadia de Santiago, la espontaneidad de Hugo Silva… ni siquiera la presencia de Luis Tosar son capaces de eclipsar a la Montse de Macarena Gómez.
Un personaje muy cuidado, cuya evolución hacia la locura es la clave de la cinta.
Lo mejor: la interpretación de Macarena Gómez.
Lo peor: un argumento que pasa de realista y clásico a delirante.